Las nuevas tecnologías, los avances científicos o la democratización del acceso a la información a través de Internet, entre otros factores, han modificado la forma de comunicarnos y la manera en la que nos llega la información. Cada día recibimos, a través de distintos canales o medios (mensajes de móvil, diarios online, redes sociales, televisión…), numerosas informaciones que pueden ser falsas o no contrastadas, lo que incita a la confusión.

Internet ha acelerado el ritmo de la información, lo que ha dado como resultado que adquiera tal rapidez que no nos permita contrastar la fuente o la veracidad de la información, no disponemos del tiempo necesario para averiguar todo lo que necesitamos saber sobre la procedencia de la noticia.

Otro de los factores que debemos tener en cuenta a la hora de recibir una información es la forma del mensaje. Nos hemos habituado a no prestar atención a textos largos, por lo que generamos un rechazo hacia este formato de noticias. Tendemos a consumir información directa, formatos atractivos como los vídeos o las imágenes, que convierten la información en algo inmediato.

La inmediatez es la clave para que las fake news o noticias falsas se difundan a una velocidad incontrolable. Cuentan con un gancho o atractivo potente que provoca su rápida difusión y cumplen con su claro objetivo de manipular a la opinión pública.

Trascendencia de una noticia falsa en el ámbito de la salud

Las fake news siempre suponen un problema que puede acarrear grandes riesgos, más aún en el ámbito de la salud, donde las informaciones que recibe el ciudadano pueden provocar que tome decisiones que afecten o pongan en riesgo su propia salud. Saber diferenciar entre lo que es verdad o es mentira en muchas ocasiones no es fácil, la obtención de la información y su verificación se convierte en algo esencial.

Esto lo hemos comprobado durante la crisis sanitaria provocada por la COVID-19, que se ha convertido en uno de los temas clave a la hora de buscar información en internet. Uno de los grandes problemas que plantea esta plataforma es que la generación de información no está sujeta a ningún tipo de control sobre su veracidad, y un alto porcentaje de las personas que consumen este contenido no tienen suficiente conocimiento en la materia para reconocer si la fuente de la que están consumiendo dicho contenido es fiable o si, por el contrario, la información que recibe es falsa.

Según un estudio publicado el pasado noviembre por EAE Business School, más del 44% de los ciudadanos españoles han recibido noticias falsas sobre la COVID-19 a través de internet.

Las fake news que se han producido durante la crisis sanitaria han supuesto un desafío para la información en el campo de la de la sanidad. Cuando una noticia falsa se descubre, se produce una desconfianza por parte de los ciudadanos hacia los medios de comunicación que los han emitido. La COVID-19 no solo ha supuesto una crisis sanitaria, es también una crisis social, una crisis económica y por supuesto una crisis informativa y comunicativa. Los ciudadanos, se preguntan, cada vez más, qué es verdad y qué es mentira.