Son muchas las empresas y organizaciones que creen tener cubierta su comunicación por el Departamento de Marketing, porque tienen dentro del mismo a alguna persona que envía algún comunicado de prensa, atiende a los medios o gestiona las RRSS. Todo ello utilizando los conocimientos y las herramientas del propio marketing. Y eso es claramente un error estratégico de primer nivel, que parte del desconocimiento de lo que es la comunicación y el valor que aporta al negocio.

Marketing no es comunicación. Ambas son disciplinas muy importantes para la empresa y complementarias, pero tienen objetivos distintos, que precisan de profesionales diferentes que manejen las herramientas que cada una aplica.

El marketing está orientado a generar oportunidades de venta; vive enfocado en el producto o la marca de producto; y sus acciones miran al corto plazo y habitualmente son de pago.

Por su parte, la comunicación se orienta hacia la gestión de la reputación; se enfoca en los valores, cultura y marca corporativa; y sus acciones miran al medio y largo plazo para generar confianza en los consumidores o grupos de interés de una empresa u organización. De hecho, en esta época en la que los intangibles son los que mayor peso tienen en la cuenta de resultados y en la que las marcas están por encima de sus productos, la comunicación gana terreno.

Por tanto, tener un buen departamento de marketing no permite prescindir de los profesionales ni de las herramientas de la comunicación ni apenas dedicarle presupuesto si lo que se pretende es generar confianza a largo plazo y una relación estable con empleados, accionistas, clientes, reguladores, medios de comunicación o consumidores.

Una buena comunicación facilita el éxito de las campañas de marketing y la labor de los departamentos de venta, porque te hace ganar la confianza de tus públicos y predisponerles a tu favor. Y eso, sin duda, genera ingresos en el medio y largo plazo y da estabilidad a una marca, empresa u organización.